jueves, 4 de mayo de 2017

SINTOMAS

Ayer estuve en una iglesia, fui a despedir a un compañero...a un amigo... y no vi a Dios.
Lo que si ví fue a un cura mas interesado en lo gótico de los ventanales de "su" iglesia de piedra que en la arquitectura del corazón de aquel a quien despediamos.
También vi a muchos amigos de verdad disimulando su pena entre excusas alérgicas de polenes primaverales.
Vi a bastantes de sus compañeros que en hora tan triste y dejando como buenos profesionales antiguas rencillas personales de lado, se acercaron a despedir con el humilde honor de sus presencias al que durante años fue colega y acompañante de penas, fatigas, tristezas y vivencias laborales.
Vi a una esposa rota por la cierta falta ya y hasta el fin de sus días, de quien fue su amor de niña y amigo de mujer.
Vi también a gentes que formaron parte como colores, de la acuarela de su vida.
Como ya he dicho fue a Dios a quien no vi pero, quizás  incluso él estuviese alli.
A quien si estoy seguro que no vi en ningún momento, fue a quienes por desidesias, odios personales y rencores olvidaron que ya no son personas privadas sino que representan a una institución que ayer debio honrar a un Guardia Civil que lo fue hasta que se fue.
Como el me enseñó y me dijo tantas veces con voz aspera "luque hay que ser elegante en las despedidas, dar la mano a quien se vá y desearle buen viaje, no caigas nunca en la bajeza de hacer que tus actos sean los que reprochas en ellos"
Buen viaje Don Jaime, Cagon lá!!!

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